UN POCO DE HISTORIA
La danza, como la mayoría de las artes indígenas, tenía un profundo sentido religioso y los conquistadores tuvieron buen cuidado de suprimirlas radicalmente. Sin embargo, a raíz de la Conquista se trató de aplicar la danza indígena al servicio de la Iglesia y existe un valioso dato, una pintura en el Códice de Tlatelolco, que muestra danzantes vestidos de águilas y tigres bailando ante el virrey Velasco y el arzobispo Montúfar, junto con los gobernadores indígenas de México-Tenochtitlan, México-Tlatelolco, Tlacopan y Tetzcoco, en la ceremonia de la dedicación de los cimientos de la primera catedral. Tal vez nuestros modernos Concheros que bailan en la fiesta de la Basílica de Guadalupe y Los Remedios sean pálidas sobrevivencias de esta nueva función de la danza ceremonial. Existen además remotos grupos indígenas que conservan aun danzas de carácter prehispánico como los yaquis de Sonora, los huicholes de Nayarit, o los tzotziles o “Chamulas” de Chiapas, pero no se pueden comparar estas danzas locales de la periferia, más o menos primitivas y estrictamente tribales, con la complejidad, el refinamiento y colosal escala de las danzas de los pueblos civilizados como los mexica y los mayas, sobre los cuales tenemos algunos datos.
No todas las danzas eran de carácter mágico o religioso; en todas las crónicas hay menciones de danzas de placer, y el mismo Motolonía dice que netotiliztli “quiere decir propiamente baile de regocijo con que se solazaban y tomaban placer los indios en sus propias fiestas, así com los señores y principales en sus casas y casamientos”. Tal vez de netolli se deriva la palabra “mitote” que usaban los españoles para las fiestas indígenas, palabra que se ha incorporado a nuestro idioma como sinónimo de bullicio, aunque en el diccionario náhuatl de Molina de 1571 aparece la palabra mitotía para bailar y danzar. Motolinía aclara que otra palabra que empleaban los españoles para las danzas indígenas, areyto, era de origen antillano.
Comentarios
Publicar un comentario